viernes, 30 de octubre de 2009

Soy hijo único

Soy hijo único. De padre y madre. Aclaro esto porque hoy en día esta muy de moda eso de andar armando familias ensambladas (tipo Rasti) donde se juntan los tuyos, los míos y los nuestros. Yo tengo un amigo que de la pareja de su mamá y su papá es el único hijo, pero tiene un medio hermano de parte de su mamá y dos medios hermanos de parte de su papá... O sea que tiene un hermano y medio.
Como les decía, soy hijo único. Bah, eso por lo menos es lo que me hicieron creer, pero por las dudas cuando daban Gente Que Busca Gente, yo estaba muy atento a ver si Franco Bagnato no presentaba a algún guacho entenado con el que tuviera que repartir la herencia. Yo me decía “hace 30 años que vengo haciendo el laburo fino de quedarme con todo, no va a aparecer ningún guacho a cagarme la fruta”. Lo suicidaba. (Lo suicidaba y lo mantenía criogénicamente por las dudas en unos años no vaya a necesitar un riñón de repuesto)
Sin embargo ser hijo único tiene varias desventajas. Para empezar sos el único pendejo que anda por la casa, por lo tanto descubrir quién hizo mierda las macetas a pelotazos es más fácil que descubrir quién es el asesino en un capítulo de Columbo. ¿Se acuerdan de Columbo? En los primeros 10 minutos ya sabías quién era el asesino, y te pasabas el resto de la hora tratando de adivinar cuál era el ojo de vidrio. Por eso yo prefería “La Reportera Del Crimen”. Jesica Fletcher, era una escritora de novelas policiales -una especie de Agatha Christy- que dedicaba su tiempo libre a resolver crímenes misteriosos. Donde andaba ella había un asesinato. (La verdad que era yeta la vieja esa).
Pero bueno, reculando a lo que les contaba, ser hijo único supone algunas desventajas, a saber:
No tenés hermano mayor que cague a patadas a Mariano García, el hijo de puta de 7mo grado que cuando yo estaba en 4to me sacaba los chicles jirafa y los super bazooca que compraba en los recreos (pensar que ahora con un super bazooca hacen un paqueta de beldent, y dos de top line)
No tenés hermano mellizo que se haga pasar por vos en la mesa de examen de contabilidad. Así no tenés que pasar todo febrero y marzo “Debe-Haber”, “Debe-Haber” Nunca entendí eso. ¡Tiene que haber! ¿Cómo debe haber? (si vas a tener hijos mellizos, más vale que sean lindo…porque, te imaginás tener un hijo feo, por dos?)
Y tampoco tenés un hermano menor a quién poder cagar a patadas a discreción y echarle la culpa de quién borró el caset de Los Chalchaleros para grabar un compilado de Vilma Palma, Yasimel y The Sacados
Además al ser hijo único no tenés a quién encajarle tus viejos cuando empiezan a cagarse encima. Yo igual lo tengo recontra blanqueado en casa, mis viejos ya lo saben: Se enferman-Se mueren. Nada de agonías largas y tratamientos costosos. Al nicho de una.
Claro, al ser de una familia poco numerosa no tengo un “árbol genealógico”…tengo un palo.
Sin embargo hay algunas ramas muy frondosas, un hermano de mi papá tiene 10 hijos… y una hermana de mi mamá tuvo 11hijos… mis viejos me tuvieron a mí y por alguna razón decidieron no volver a repetir la experiencia… no se por qué será…

¿Qué me pongo? no. ¿QUÉ ME ENTRA?

Estoy en el box de atención al público escribiendo las que son las primeras líneas de este blog que no sé sobre qué tópicos disertará. (“¿¡qué trópico de lo qué!?”)
Ya pasaron las dos de la tarde y, se supone, no tendría que venir nadie –la atención al público es de 8 a 14, ¡Carajo-mierda!- Ya archivé todo lo que tenía sobre el escritorio y pasé la novedades del día a quien corresponda. Todo hecho con el único propósito de que no me rompan las bolas y poder tener unos minutos libres y poder escribir antes de que me tenga que ir.
Trabajo en una oficina pública, sin ventilación, sin luz natural, sin insumos, sin ganas.
Lo primero que tengo para contar de mí es que crecí durante la década del ’80, y la verdad que lo mejor de la década del 80 es la música –aguante ASPEN-, y lo peor de la década del 80... (mmmh) ¡La ropa! ¡Qué moda espantosa! Jeans nevados, pantalones blancos, mocasines con flecos, corbatas tejidas, camperas inflables, sacos con hombreras, camisas color pastel. ¡Que horror, por Dios!
Aunque debo decir que para mí el problema nunca fue el decir ‘¿qué me pongo?’, sino más bien el ‘¿qué me entra?’
Siempre me vestí de negro, confiando en el dicho popular que dice “El negro adelgaza”. (“¿qué me adelgaza? ¿Qué me adelgaza?” preguntaba Pinti, “¡No comer!” le dijeron sus amigos… lo cagaron, y a mí también.)
Lo que pasa es que yo, debo confesarlo ante todos ustedes, yo soy bulímico… Lo que pasa es que no me purgo ni vomito.
¿Viste que hay gente que cuando está nerviosa toma un té de tilo? Bueno, yo me tomo el té de tilo... con media docena de facturas.
Ahora que lo pienso, creo que tendría que tratar este tema del sobrepeso con mi analista. A ver si la terapia ayuda a mi fuerza de voluntad y de ese modo poder bajar de peso...
Es lo UNICO que me falta probar, (además de la dieta y el ejercicio)